Fecha: 30 de septiembre de 1868. El lugar: Los terrenos de Eduardo Vizcarrondo en Limaní de Adjuntas. Hay que aclarar que en ese año los terrenos de Cerrote, que ahora es de Yauco, pertenecían a Adjuntas. Evento: El último capítulo del Grito de Lares. El Subteniente Gautier acababa de llegar en un barco desde España, recién graduado de la Academia Militar de la Provincia de Toledo. A sus 17 años sentía la emoción de su primera misión. Fue asignado a un batallón con la encomienda de hacer arrestos de líderes del Grito de Lares. Pero el Capitán Francisco Martínez no era un militar de la Academia, era más bien un oficial enviado a la Isla porque no encontraban dónde ubicarlo. El Capitán Martínez no sabía de estrategias ni conocía códigos de conducta.
Las órdenes en principio habían sido arrestar al que no opusiera resistencia. Pero el capitán Francisco Martínez no era muy valiente y pensaba que los revolucionarios eran peligrosos hasta amarrados. No se arriesgaba a un combate de frente, y dependía de informantes que les indicaban dónde y cuándo sorprender revolucionarios sin darles oportunidad de defenderse. El primero en caer fue Joaquín Parrilla, en la Silla de Calderón, entre Adjuntas y Guayanilla. La tradición dice que un oficial de la Academia se encargó de enterrar a Parrilla y marcar su tumba.
Cruzando la ruta montañosa de Guayanilla – Yauco – Adjuntas sorprendieron durmiendo a Matías Brugman, norteamericano y Baldomero Baurén, dominicano. No despertaron más. El Subteniente Gautier, cuyos conocimientos de combate eran los de la Academia de Toledo, estaba confundido. Primero porque su entrenamiento le indicaba que había que seguir las órdenes de los superiores al pie de la letra, y eso no era lo que estaba haciendo el comandante Martínez el 30 de septiembre. Segundo, porque en la academia había aprendido que no se le dispara al indefenso. Pero le esperaba la peor escena del Grito de Lares.
Un informante le dijo al comandante español que el comerciante Bautista Toledo colaboraba con los revolucionarios. De acuerdo a las instrucciones del alto mando español, el procedimiento indicado era detener a Toledo e interrogarlo en el cuartel de la Guardia Civil. El Capitán Martínez llegó con las tropas a casa del comerciante. Al abrir Bautista Toledo, recibió una descarga de fusil, cayendo escaleras abajo. La esposa de Toledo se acercó a la puerta y corrió la misma suerte. Imaginando que la casa era un refugio de revolucionarios armados, el comandante ordenó entrar y eliminar a todo el que allí viviera. La primera en salir asustada, de solamente diez años, quien cayó en medio de la sala. El resto de las hijas de Bautista Toledo fueron ejecutadas en sus cuartos. El Subteniente Gautier lloró ante las atrocidades del Capitán Martínez.
La patrulla militar se marchó dejando tirados a los muertos. Los vecinos se ocuparon de enterrarlos. Brugman y Baurén fueron enterrados en el lado este de La Arbona. Una cruz de moralón marcaba la tumba. Los vecinos encontraron a Bautista Toledo, su esposa y sus hijas tirados entre el patio y la sala de su casa en Limaní. Esta familia fue enterrada en una ladera en los terrenos de Eduardo Quiñones. Montículos de piedras marcaron las tumbas de la familia Toledo.
Al poco tiempo, el Subteniente Gautier renunciaba al ejército. En lo sucesivo se le conocería como el periodista y poeta José Gautier Benítez.
(Ver la historia completa en el libro EL CAMINO DE SAN JUAN BAUTISTA, disponible en este mismo blog)
1 comentario:
Gautier Benítez y la Masacre de La Asunción
Doña Yolanda,
¿Podría proveer las fuentes de información originales?
Saludos cordiales
--Paco Tomei
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